El sábado por la mañana, un cohete SpaceX Falcon 9 que transportaba la nave espacial Euclid de la Agencia Espacial Europea despegó con éxito de Cabo Cañaveral en Florida. El telescopio de infrarrojo cercano, llamado así por el antiguo matemático griego ampliamente considerado como el padre de la geometría, estudiará cómo la materia oscura y la energía oscura dan forma al universo.
Además de la cámara de 600 megapíxeles que los astrónomos utilizarán para capturar un tercio del cielo nocturno durante los próximos seis años, Euclid está equipado con un espectrómetro y fotómetro de infrarrojo cercano para medir el corrimiento al rojo de las galaxias. Combinada con datos de observatorios terrestres, esta información ayudará a los científicos a estimar la distancia entre diferentes galaxias. Como señala The New York Times, una esperanza para los físicos es que Euclid les permita determinar si la teoría general de la relatividad de Albert Einstein funciona de manera diferente en una escala cósmica. Existe una posibilidad real de que las naves espaciales puedan revolucionar nuestra comprensión de la física e incluso proporcionar información sobre el destino final del universo.
“Si queremos comprender el universo en el que vivimos, debemos descubrir la naturaleza de la materia oscura y la energía oscura y comprender el papel que han desempeñado en la configuración de nuestro cosmos”, dijo Carol Mandell, directora científica de la ESA. «Para responder a estas preguntas fundamentales, Euclid proporcionará el mapa más detallado del cielo extragaláctico».
Ahora que Euclid está en el espacio, volará alrededor de un millón de millas hasta el segundo punto de Lagrange del sistema solar. Esta es la misma región del espacio donde el Telescopio Espacial James Webb ha estado operando durante el año pasado. Euclid tardaría alrededor de un mes en llegar allí y otros tres meses para que la ESA probara los instrumentos de la nave espacial antes de que Euclid pudiera comenzar a enviar datos a la Tierra.